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A volver al futuro: elecciones y ciencia

  • Foto del escritor: bingofuel
    bingofuel
  • 4 ago 2019
  • 2 Min. de lectura

Este año el debate político planteado es “pasado o futuro”. Podemos suponer que el domingo que viene visitamos la maquina del tiempo de Michael Fox. Parece ser que una caja de cartón sellada y llena de sobres es nuestro automóvil del tiempo, en tiempos donde la ciencia se debate entre apoyos y miedos por posiciones electorales.


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Obra de Julio Le Parc

El Doc Emmett Brown no lo hubiese imaginado así. Nos alistamos en una larga fila para llegar. Una sucesión de números habilitantes para ingresar en el artefacto se entregan bajo el denominador de documento nacional de identidad; aunque nuestra identidad, al final del viaje, nos pueda hacer (o no) responsables y participes necesarios de haber llegado a ese tiempo onírico que representa nuestro voto.


Y es que es así: nuestro voto es una nebulosa con un tiempo onírico pretendido. Lo construimos por casi cuatro años hasta el próximo octubre. En el medio, vamos con las manos en los bolsillos, pensando en el primer reproductor dvd comprado del lejano pasado o preguntándonos si en el futuro nos alcanzará para los coches voladores.


Es una decepción de nuestros tiempos: en el clásico de ciencia ficción “Volver al futuro” habían autos del futuro dentro de la década de 2010. Hoy los que pueden se contentan con el lujo de los autos híbridos. Pero muy lejos de los autos voladores estamos, y muy cerca de promesas (de caña muy neoliberal) cercanas a la ficción, está la política del gobierno actual.


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Volver al futuro (1985)

La comunidad científica sentó posiciones. Entre 5.000 y 7.000 científicos firmaron una solicitada en apoyo a Alberto Fernández; por la vereda opuesta, Sandra Pitta se inclinó por Mauricio Macri y expresó “miedo” por una posible llegada de Fernández a la Casa Rosada. Una realidad fácticamente atemorizante para todo científico es el desmerecimiento de su trabajo: allá por el año 2014 Macri calificó como un despilfarro el presupuesto asignado al rubro científico.


Pero hablando fuera de ficción de ciencia y tecnología, el camino hacia un desarrollo próspero en esta materia estaba en marcha en la gestión anterior: con el Instituto Antártico Argentino, el retomado Plan Nuclear de Atucha y ARSAT 1 y 2. Estos logros fueron difícilmente igualables con la caratula de poco mas de 2000 científicos del CONICET despedidos a principios de año y la desinversión en la materia, vista en apenas un 0,5% del PBI.


Rogelio Frigerio a principios de año admitió que “no era prioritario” invertir en ciencia. Un Mauricio Macri de 2015 le hubiese revoleado hojas de coaching duranbarbistas: es que el presidente dijo que había que duplicar el presupuesto hasta llevarlo al 1,5% del PBI. No resiste al archivo del Doc Emmet Brown.


Son tiempos donde el desarrollo de las economías mundiales se miden en términos tecnológicos, por diferencias en alta tecnología y automatización. La política en ciencia y tecnología del gobierno anterior en contraste con los despedidos y desmantelamiento del Ministerio de ciencia el año pasado, son hechos que ilustran la verdadera maquina del tiempo de Marty Mc Fly.

 
 
 

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