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Javier Hamlet quiere vengar a papá Friedman

  • Foto del escritor: bingofuel
    bingofuel
  • 6 sept 2023
  • 3 Min. de lectura

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“Caballo devorado por un león”, George Stubbs

Hace tiempo se ha ido el Rey que gozaba de gobernar sin Reino. Aquel doctrinario que guio esa aventura menemista que llevó a los súbditos de la esperanza a la zozobra, y de la zozobra al colapso. Pocos recuerdos quedan, o más bien pocos se osan a recordar buenos tiempos de una década de miseria para los muchos y gloria para los pocos. Aunque un heredero reclama el trono de ese mundo perdido.


El espectro de papa Friedman le susurra a Javier Hamlet. El heredero repite sus ideas con la elocuencia mediática que afiló en una década de panelismo, cara colorada y euforia. “A veces ser bueno supone ser cruel”, dice una de las máximas shakesperianas. Suena tan bien como en los tiempos del 30% de los indignados.


En sus actos y bunker vemos imágenes de destrucción en las pantallas. La dinamita contra lo institucional se transformó en la música de época; representada en un poder judicial mirado de reojo por unos, legislativo cuestionado por dietazos a mansalva, y ejecutivo prácticamente sin ejercicio de poder hace varios meses.



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"Hamlet", William Shakespeare


En cada jornada twittera se dedica a denunciar la rutina del ejercicio del poder estatal, el entorpecimiento, ambición de poder de los unos y los otros. Tal como la obra metatextual que el Príncipe Hamlet organiza para denunciar la muerte de su padre, en la que muere envenenado por el vicio de la ambición. De esto se trata el lenguaje del mediático.


El final de la casta. Es el horizonte. “Vengo a verte para aguzar tus propósitos”, dijo papá Friedman a Javier Hamlet. El pensador ha sugerido a lo largo de su vida que un Estado chico austero es el ideal, con baja en gasto público pero no de forma inmediata: su objetivo era mantener el gasto hasta que se equilibre conforme al crecimiento del país, una consideración que el candidato a presidente no tiene en cuenta


Ni la experiencia de Reagan, ni Thatcher dan cuenta de un óptimo resultado en este sentido. La neutralidad estatal y bancaria que promovía papa Friedman fracasó, hasta llegar a un punto simbólico en 2008 con el estallido de la burbuja inmobiliaria. La desregulación de oferta y demanda no es opción, menos que menos la libre competencia en un país con una industria que termino de quedar de rodillas en los 90.



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Milton Friedman


Pero en relación a la problemática argentina del ingreso, es oportuno señalar que Javier Hamlet cree que la lógica de mercado acomodará (en su largo plazo) a los argentinos. Zigzagueando entre meritocracia, moral liberal y anticomunismo, cada individuo pasará a ganar lo que le “corresponde” por su esfuerzo invertido. Esta ganancia, el “ingreso permanente” de todos, terminaría de acomodar la economía de mano invisible que sueña el mediático.


El Rey del mundo (neoliberal) perdido entendía por ingreso permanente al consumo homogéneo que experimentaban las personas a lo largo de la vida. Su heredero espera aplicar esta premisa sobre una de las economías más inestables e impredecibles del mundo: la teoría del ingreso permanente se ancla en más expectativas económicas que certezas. ¿Cuál es la zanahoria de Javier Hamlet? Sí, la expectativa de la dolarización.


Así, la organización del consumo neoliberal no se basa en los ingresos corrientes sino en la expectativa de consumir. De no llegar por ingresos esperados o inesperados, la receta indica pedir préstamos. “El intervalo es mío y la vida del hombre se apaga en un soplo”, expone Hamlet en el último acto de la obra de Shakespeare. Ante los fracasos de la casta, existe la urgencia del disfrute y el candidato supo cómo transmitirlo a sus votantes.



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Javier Milei


El desembarco al puerto del disfrute y prosperidad económica viene en detrimento de un Estado que Javier Hamlet denuncia inútil, obsecuente y destinado a repetir tropiezos. La reducción de ministerios, gasto público, memoria histórica y quita de derechos (por confundirlos con pasivos) ha dado terreno al debate moral liberal que en principio cancelaba al candidato.


La solidaridad, conciencia, justicia social, o dicho de otro modo “La patria es el otro”, hizo una inédita metamorfósis de “derecho” a “dádiva” en la jerga del mediático. “La conciencia hace de todos unos cobardes” repetía Hamlet en su ingreso a la locura, que unos pocos osaban escuchar. Aquí varios acompañan, o bien omiten la búsqueda de terminar con derechos adquiridos. Cualquier opción es igual de grave.


En uno de los últimos pasajes de Hamlet existe un ejercicio de sincericidio para estos tiempos. “Y si es verdad que nadie llega a conocer lo que abandona, ¿por qué esperar más tiempo?” se pregunta el protagonista. Algo que podría preguntarse cualquier centennial que vive hoy su primera primavera electoral.


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