top of page

La odisea de los giles y Luna de Avellaneda: la crisis en pantalla

  • Foto del escritor: bingofuel
    bingofuel
  • 2 sept 2019
  • 3 Min. de lectura

Una pelicula representa una ficción que puede inscribirse como una obra de arte por lo que representa y transmite al público. Si el arte nos identifica, es doblemente valorable para los fines ociosos de cada uno. Algo de esto ocurre con La odisea de los giles: una calcomania de la debacle del 2001 en forma de comedia dramática



La odisea de los giles se posicionó como un éxito de taquilla al cabo de unas semanas. El tanque mainstream de Quentin Tarantino, Erase una vez en Hollywood, fue superado en butacas llenas a lo largo del país. La gente eligió a Darín en una nueva aventura de un tipo que apuesta todo a sus sueños, por sobre el Rick Dalton interpretado por Leonardo Di Caprio y Brad Pitt, un actor con frustraciones propias de la industria de Hollywood.


Cuando finaliza “La odisea” el sabor es satisfactorio. Una variable de revanchismo social logra su cometido. La historia parece salida de la realidad al principio: tenemos un fallido negocio de un grupo de personas para levantar una cooperativa en el 2001. Pesificaron los ahorros que tenian en dólares por concejo de un abogado y gerente de un banco, por lo que al instaurarse el corralito los “giles estafados” no pudieron retirar sus depósitos.


Sin embargo la suerte cambia cuando los giles barajan la posibilidad de recuperar su dinero vengándose del abogado que los estafó. A partir de aca, la ficción le gana la pulseada a la realidad y de las formas mas locas y bizarras los giles conseguirán su objetivo de recuperar, uno por uno, sus ahorros. El maquiavelismo impregna las salas en este momento de humor e intriga.



Me gusta recordar y recomendar Luna de Avellaneda, una pelicula de Campanella sobre un club de barrio con problemas económicos, protagonizada por Ricardo Darin también. Los principales colaboradores/socios luchan para que sobreviva el club en un contexto también recesivo de 2001, en medio de una posible venta para que se ponga un casino en ese espacio.


El conflicto en Luna de Avellaneda es mantener un club de barrio como decia, pero en ella se inscribe una perspectiva social que vale la pena rescatar: el club mientras luchaba contra la crisis del 2001, servia de resguardo y contención a chicas y chicos del barrio. Roman (Ricardo Darin) inspiraba salvar el club con la historia de una nena humilde que amaba practicar danza allí.


La plata parece ser un detalle de color por momentos en Luna de Avellaneda. Hay mucha conexión entre los socios, que no tienen un mango y estan uno peor que otro, por el afecto construido y los sueños que aun persiguen. El club Luna de Avellaneda es un sueño colectivo que los une a cada uno, así como a niñas y niños con este espacio. Nadie piensa en si mismo, solo una escena de Mercedes Moran muestra la tentación del goce individual, a la vez que la misma lo remedia.



La odisea y Luna de Avellaneda cuentan historias distintas pero de una misma época. No se trata de juzgar las historias, sino los valores frente a una debacle económica. La odisea puede resultarles a algunos mas “argenta” por la viveza criolla, pero a otros “Luna de Avellaneda” los identificará por pensar en salir adelante con el de al lado.


Por eso estas dos peliculas pueden ser primas lejanas. Contexto y actor principal en común, mientras una nos invita a soñar venganzas, la otra nos hace pensar en comunidad. Ninguna venganza arregla las cosas del todo, eso existe solo en ficciones como “La odisea”. En la realidad, se afrontan las consecuencias del neoliberalismo dando un ejemplo lejos del pragmatismo individual y cerca del otro, que lo sufre como uno mismo.

 
 
 

Comentarios


© 2023 para  Le Cõuleur. Creado con Wix.com

bottom of page